La única condición fue su convicción,
su honorable compromiso
con su pueblo y con su palabra.
Un corazón abierto para todos.
La tolerancia como baluarte,
la protección de la vida como ideología.
Compartir caricias y pan
reduciendo la carencia y la desolación.
La valiosa semilla sembrada,
el cultivo cuidadoso,
un brote frágil,
un fruto magnífico.
Silenciaron los cantos
ráfagas de ignominia
acribillando el amparo de la esperanza.
Se cosecharon miedo y agravios.
Se humilló la gesta noble
torturando su contenido
intentando así asesinar la utopía.
El triunfo de la infamia y la deslealtad
esa mañana detestable de septiembre
no logró doblegar la integridad noble de su vida.
En contra del abandono y la falsedad.
Desafiando a la manipulación,
que pareciera apoderarse
de las calles y de los parlamentos.
Un canto nuevo,
al unísono por doquier,
para hacerlo rebelde
con el calor de todos.